Reflexiones
Octubre 2025

Mi Historia con la Ciencia

Mi Historia con la Ciencia

Mi Historia con la Ciencia


A veces pienso que mi historia con la ciencia no comenzó en un laboratorio ni en una feria, sino con una simple pregunta. Desde pequeña, siempre he sido una persona inquieta, de esas que necesitan entender el "por qué" de todo. No podía quedarme quieta: quería aprender, descubrir, crear. Me encantaba tocar el piano, leer durante horas, construir cosas con mis manos o inventar manualidades que nadie me pedía. La curiosidad era una constante, una especie de energía que no se apagaba. Y, con el tiempo, entendí que toda esa necesidad de explorar tenía nombre: ciencia.


Soy de Chile, de Panamá y de Colombia. De cada uno de esos lugares me llevé una forma distinta de ver el mundo. En Chile aprendí a observar con calma; en Panamá, a conectar con la diversidad; y en Colombia, a transformar las ideas en acción. Esos tres lugares me enseñaron que el conocimiento no tiene fronteras y que la curiosidad puede nacer en cualquier parte, si sabes escucharla.


Con los años, esa curiosidad dejó de ser solo una forma de mirar el mundo y se transformó en un propósito. Hoy lidero proyectos de investigación que buscan generar impacto social, porque entendí que la ciencia no solo explica las cosas: también puede cambiarlas. Uno de los proyectos más importantes que he desarrollado es un bastón inteligente para la mejora de la movilidad y seguridad de personas con discapacidad visual.


Este proyecto nació en el semillero de investigación de mi colegio, impulsado por una idea muy simple: la justicia social. Siempre me ha movido la necesidad de ver a todos reconocidos, valorados y apoyados. Un día me di cuenta de que muchas personas con discapacidad visual no contaban con herramientas efectivas que les facilitaran su día a día, y que la tecnología podía ser una aliada poderosa. Así nació el proyecto: como una forma de unir la empatía con la ciencia.


Al principio era solo una idea, pero poco a poco fue tomando forma. Cada sensor, cada prueba, cada error nos acercaba más a algo real y ver cómo un boceto en papel podía transformarse en una herramienta que ayudara a otros fue una de las experiencias más emocionantes que he vivido. El bastón inteligente llamó la atención de instituciones regionales, y gracias al apoyo de la Secretaría de Educación de Barranquilla, logramos financiamiento y la oportunidad de socializar el proyecto con la comunidad. Fue ahí cuando entendí que la ciencia puede salir del aula, que puede tener rostro, propósito y alma.


Además de este proyecto, participo constantemente en ferias científicas e inmersiones académicas, porque realmente creo que la ciencia es una de las formas más hermosas de compartir lo que somos. Cada evento me permite conocer personas que sueñan, que crean, que piensan diferente. Es un recordatorio de que la ciencia no es una carrera solitaria, sino una conversación colectiva entre mentes curiosas.


También hay algo que siempre me gusta hacer: involucrar a más personas. Me gusta contagiar la emoción de descubrir, mostrar que todos pueden hacer ciencia, que no hay edad ni límite para empezar a preguntar porque la curiosidad no pertenece a unos pocos, está en todos, esperando una chispa que la despierte.


Gracias a una Camila, conocí el programa She is Astronauta Virtual junto con el Space Center Houston y pude participar como tripulante de la sexta misión en 2024. Y todo lo que vino después —los proyectos, las ferias, las ideas que no me dejan dormir— nació de esa inquietud que me acompaña desde niña.


A veces, cuando pienso en lo que me mueve, recuerdo una frase de Carl Sagan que me acompaña desde hace años: "Somos una forma de que el cosmos se conozca a sí mismo." Me gusta creer que cada proyecto, cada idea y cada intento de comprender un poco más lo que nos rodea es parte de ese proceso: el universo tratando de entenderse a través de nosotros.